Carta de Navidad
By ALIRIO ESTÉVEZ
“¿Qué le pediste al Niño Dios, mijo?”
Era la pregunta que me hacía mi adorada abuela cada Navidad cuando yo era un pela’o, como decimos en Colombia, o chamaco, como dicen mis amigos mexicanos.
Navidad es la época del año que más adoro y añoro. Me trae bellos recuerdos de mi infancia, en especial, el tiempo que pasaba con mi abuela en su casa. En la ciudad de donde vengo, llamamos Nona a la abuela. No sé por qué razón. Pero ese nombre me encanta. Tal vez porque en mi mente Nona es equivalente a amor, cariño, comprensión, y dulzura.
Según nuestras tradiciones, antes de que la imagen de Santa Claus se popularizara en el mundo, el ser encargado de traer regalos a los niños en Navidad era el Niño Dios. A principios de diciembre hace muchos años (tantos que me parecen siglos), antes de dormir le rezaba al Niño Dios y le pedía el regalo que anhelaba: una pista de carros, un balón pequeño de fútbol, un triciclo.
Algunas veces, el Niño Dios me entregaba lo que yo había pedido y otras veces no. Mi Nona me explicaba, y me convencía, de que el Niño Dios me conocía bien y sabía lo que realmente yo quería y necesitaba. Por eso, Él me había traído un juego de naipes y no el carrito de juguete del año, porque Él sabía que yo debía conectarme más con mis primos y la mejor manera era jugar naipe con ellos. Mi Nona era sabia.
Quiero restablecer esa creencia infantil en mí y pedirle al Niño Dios una lista de regalos para todas las familias, especialmente, para nuestras familias Latinas. Nuestras familias se esfuerzan mucho para brindarles amor, educación y apoyo a nuestros hijas e hijos, a nuestra comunidad, a Estados Unidos y al mundo que considero que merecen regalos.
Esta sería mi carta:
Querido Niño Dios,
Aunque ya no soy el niño que conociste hace varias décadas, aun te recuerdo y quisiera volver a pedirte regalos; esta vez no para mí, sino para mi apreciada comunidad Latina. Primero quisiera pedirte que esta pandemia del COVID-19 llegue a su fin. Esta pandemia ha causado estragos en el mundo y particularmente en nuestro pueblo Latino. Miles de nuestros miembros han fallecido y dejado huérfanos, viudas y viudos. Cientos de miles perdieron sus trabajos y sus hogares. Sé que con tu guianza has ayudado a que los científicos hayan descubierto vacunas para combatir este mal y podamos salir de este largo túnel; por eso te agradezco.
Asimismo, deseo que todos los miembros de nuestra comunidad tengan acceso al cuidado de salud sin temor al costo. Ojalá puedas convencer a los gobernantes del estado y del país para que todos podamos ir al doctor y conseguir los medicamentos. Sabes que no es justo que muchas personas tengan que escoger entre alimentarse y estar saludable.
Niño Dios, también te quisiera pedir para que nuestros niños y jóvenes tengan una educación de calidad que los valore y los prepare para cuando sean adultos. Nuestras escuelas no han recibido el dinero que necesitan para mejorar la educación de nuestra futura generación. Los directores y maestros hacen lo posible para ayudar a los estudiantes pero los legisladores del estado no proveen los recursos necesarios como transporte, materiales educativos para la casa, entrenamiento de maestros, clases de apoyo después de clase, etc.
Igualmente, te pido que nuestros jóvenes puedan ir a la universidad o al colegio comunitario sin tener que pensar si lo pueden pagar o no. Tú sabes que en el mundo actual para salir adelante, los jóvenes deben tener una educación más allá de la preparatoria (o high school). Ojalá convenzas a los gobernantes para que apoyen a nuestra juventud. Nuestros jóvenes lo merecen.
El siguiente pedido que te voy a hacer es bastante personal. Llevo viviendo en este país más de 20 años, trabajando como maestro. Todos mis estudiantes son, han sido y serán especiales; los llevo en mi alma y mi corazón. He visto como ellos, sus padres y sus familias han trabajado duro. Sin embargo, muchos de ellos viven con el temor de lo que les pueda pasar debido a su estatus migratorio. Varios de mis estudiantes se han acogido al programa DACA, establecido en la presidencia de Obama, pero saben que este arreglo es temporal. En cualquier momento, por caprichos de un gobernante, como sucedió en la anterior administración, el programa se puede acabar y ellos quedarían a la deriva.
Mis estudiantes han construido su vida aquí. Algunos fueron a la universidad, otros crearon sus propios negocios, otros empezaron a trabajar apenas se graduaron de preparatoria. Tienen hijos, esposas o esposos. Necesitan que el Congreso les dé la posibilidad de volverse residentes y ciudadanos. Mi corazón se entristece cuando veo que su situación peligra.
También te pido por muchos de los padres de mi estudiantes. Varios de ellos abandonaron su tierra, y vinieron a este país para darles un mejor futuro a sus familias. Son maravillosos seres humanos. Ellos y sus familias no deberían temer a ICE. He visto con mis ojos como esta situación afecta a cada uno de mis alumnos. Mi corazón se acongoja y llora cuando observo su tristeza y desazón cuando dejan de ver a sus padres o madres. Las familias deben permanecer unidas. Por favor, conmueve el corazón de aquellos que no nos quieren para que les permitan vivir y trabajar en este país sin miedos.
Entiendo que para lograr varios de estos deseos, nuestra comunidad Latina debe hacerse oír fuerte y con voz alta. Por eso, Niño Dios, te pido que nos des la energía para que consigamos poder político. Necesitamos que más líderes Latinas y Latinos se lancen a ser parte del gobierno. Quisiera que hubiera más comisionados y concejales de nuestros pueblos y condados con sangre Latina, que el número de representantes Latinos en la Asamblea de Carolina del Norte aumentara dramáticamente, que en cada aparato de gobierno hubiera una voz Latina haciéndose sentir.
Histórica y tradicionalmente, hemos sido un pueblo que ha luchado para que todos nos beneficiemos; no nos caracterizamos por ser una comunidad egoísta. Por eso sé que si elegimos más Latinas y Latinos en nuestro estado, nuestro país será mejor. Participando activamente en la cuestión política, podremos alcanzar grandes logros.
Finalmente, te pido que el amor y el respeto vuelva a esparcirse en cada rincón de nuestro estado y nuestro país. Estoy cansado y triste de ver el odio que varias personas emanan. Todos somos seres humanos con sentimientos y familias. Estoy adolorido de sentir el odio hacia otras personas por el color de su piel, su religión, su idioma, sus costumbres, etc. Te pido que ayudes a cambiar esa mentalidad. Merecemos amor y respeto. Debemos dar y recibir amor y respeto. Nuestra comunidad desea amor y respeto.
Gracias por escucharme.
Alirio Estévez ha sido maestro en Carolina del Norte por más de 20 años y activista en pro de la comunidad Latina.