Lowriders, una tradición cultural que une a los Hispanos
Ena Sellers, La Voz of Chatham
Una tradición que empezó en los años 40s, hoy ha evolucionado como una expresión de arte y cultura. Los lowriders — un término que se aplica tanto a los automóviles como a sus propietarios — se han convertido en los lienzos de expresión y orgullo de muchos hispano-americanos que comparten una pasión por los carros.
El Lowrider Show en Chatham, ahora en su cuarto año, es una creación de Manuel Araiza, quien junto con sus hermanos Francisco y José, y su padre Francisco, lo hacen posible cada año en la primavera, atrayendo a cientos de visitantes a el Centro de Conferencias y Agricultura en Pittsboro.
La demostración de carros atrae a lowriders de Georgia, Carolina del Sur, Virginia y todas partes de Carolina del Norte para compartir el amor por estos hermosos vehículos meticulosamente personalizados.
“Cada quien tiene su propia esencia … y lo expresa con sus carros,” dijo Francisco sobre los lowriders, señalando que cada persona le da su toque personal, y lo más importante es que le echen ganas de prosperar. “Porque las ganas de salir adelante es lo que más ayuda.”
Daniel Castañeda, presidente del City Knights Lowriders Car Club, y veterano de las Fuerzas Especiales, viene a apoyar el evento de Araiza todos los años.
“Nuestro fundador, Joe Bazán, inició el club automovilístico con la esperanza de unir a los latinos que los militares trajeron al área de Fort [Liberty] desde California, Arizona, Nuevo México y Texas. Y lo que nos unió, el denominador común para nosotros, fue el amor por el auto lowrider, que está cimentado en nuestra cultura, los latinos, los chicanos,” dijo Castañeda en una entrevista. “Y comenzamos a construir lowriders como una semblanza de nuestra cultura aquí en Carolina del Norte.”
Es a través de este club que Castañeda conoció a Araiza.
“Manuel y yo somos muy buenos amigos,” dijo Castañeda, añadiendo que su club apoya al evento de Araiza. “Solía haber muchos espectáculos de lowrider en esta época del año pero algunos empezaron a desmoronarse entonces Manuel se reunió con la comunidad y preguntó ‘¿si empiezo a hacer el trabajo pesado, ¿ustedes me apoyarán?’ Y dijimos, absolutamente. Cada año que lo tengas, aquí estaremos. El amor por el lowrider nos unió.”
El orgullo de Castañeda es un verdadero clásico: el Impala del 67.
“Cuando miras este auto, ves un Chevy Impala Super Sport de 1967, pero es mucho más que eso, ves a La Raza en este auto. Ves mi cultura mexicana en este auto,” dijo Castañeda.
Los lowriders vienen en muchas variedades, desde los icónicos Impalas de los años 60 con sistema hidráulico, hasta clásicos más antiguos de los años 40 y 50 llamados Bombitas. Por supuesto, los vehículos más nuevos también son bienvenidos.
“En realidad no depende tanto del tipo, sino del estilo y de cómo se presenta el vehículo lo que más importa,” dijo Castañeda. “Que derrames tu amor y puedas representarte a ti mismo, representar a tu familia, representar a tu club, representar tus orígenes a través de tu vehículo.”
Hizo hincapié en la importancia de deshacerse de viejos estereotipos y centrarse en construir una comunidad más grande.
“Esta cultura se trata de respeto. Se trata de amor por la comunidad. Hemos tenido muy mal estigma o reputación por asociar al lowrider con pandilleros y matones, y en algún momento, esa podría haber sido la verdad, pero hoy, cuando miramos autos como este, vemos orgullo. Vemos amor. Vemos la cultura y eso es lo que compartimos. Lo difundimos por toda la comunidad. A todas las personas que conocemos, las respetamos y les ponemos nuestro amor para demostrarles que somos hombres de honor,” dijo Castañeda.