Para los inmigrantes de Chatham, aprender inglés requiere tiempo, compromiso y coraje
By VICTORIA JOHNSON
Cuando el inmigrante hondureño José Héctor López Barrera llegó a Siler City en 2006, su prioridad principal no fue aprender inglés.
Fue encontrar trabajo.
“(Nos vamos) buscando una mejoría de vida para nuestra familia y en lo personal porque en nuestros países es difícil”, López Barrera, de 38 años, dijo al News & Record. “La situación económica es bien difícil. No se encuentran empleos”.
Para prosperar en Chatham, sabía que necesitaba aprender inglés. Primero, sin embargo, necesitaba sobrevivir — y ganarse la vida no le dejó mucho tiempo ni energía para perseguir otros objetivos, mucho menos aprender un nuevo idioma.
No está solo. Para muchos inmigrantes de Chatham, encontrar instrucción de inglés, gratis o no, es sólo la mitad de la batalla. Para obtener fluidez en un segundo idioma, los estudiantes adultos requieren montones de compromiso, valentía y sobre todo tiempo — un lujo al que les sobra pocos inmigrantes recién llegados.
“Cuando llegamos a este país venimos con la ilusión de trabajar, de poder ganar dinero y ayudar a nuestras familias”, dijo. “Es por eso que a veces no nos enfocamos en aprender inglés por el tiempo, porque venimos aquí, no tenemos quien nos ayude a pagar lo que es renta, los biles y no hay quien nos ayude. Entonces tenemos que trabajar duro … y es por eso que el tiempo para poder aprender inglés, no hay”.
Cuando se trata de aprender otro idioma, es crucial tener tiempo y paciencia, según dijo la directora de ESL de Central Carolina Community College, Julia Herbón. CCCC ofrece clases gratuitas de ESL en Siler City, Pittsboro y en línea por las mañanas y por las noches.
“No es algo que se pueda hacer de un año a otro, así que si quieres ver resultados de inmediato, no lo verás”, dijo. “Otra cosa es que se necesita mucho compromiso para aprender un idioma, así que ¿vas a comprometerte dos veces a la semana, tres veces? Quiero decir, estábamos dando clases antes de la pandemia todos los días, durante cuatro horas, y la gente no puede seguir ese horario”.
¿Y cuánto tiempo tarda en dominar un segundo idioma? Depende de la persona, del esfuerzo que él o ella pone y de sus circunstancias, dijo Herbón.
“No puedo decírtelo”, dijo. “Lo que siempre les digo es que en tres meses, vas a tener resultados. En seis, lo tendrás. En un año, no creerás cuánto has podido lograr. Será diferente para todos porque todos mejoran pero a un ritmo diferente”.
Pero el tiempo no es el único factor que hay que tener en cuenta. El horario también importa.
“Muchos de nuestros estudiantes terminan de trabajar, y vienen a clase”, dijo, “y están cansadísimos, pero sólo quieren hacer un cambio en sus vidas”.
La edad importa también. Los alumnos más jóvenes, como los niños, son como “esponjas”, dijo Herbón, y pueden aprender otro idioma rápidamente. Los adultos, sin embargo, son diferentes.
“Si intentas aprender un idioma a los 20 años, bueno, quizás sea más fácil, pero si lo aprendes a los 30 y 40 años, es difícil”, dijo. “Y cuando somos adultos, sabes, es difícil recibir correcciones. No queremos cometer errores. Queremos que todo sea perfecto”.
Es algo que ella conoce bien: Comenzó a aprender inglés cuando tenía 8 años en Argentina y décadas después, a veces dijo que la gente no la entiende cuando habla, aún como una veterana de ESL.
“No tengo fluidez nativo. No lo tengo. Tengo un acento, todavía tengo acento”, dijo, añadiendo, “… A la edad de 30 años (a) 50, tendrás acento, y por supuesto, serás bastante preciso con la forma en que expresas tus ideas y la forma en que escribes tus ideas, pero no será perfecto”.
‘Estoy asustada’
Como muchos inmigrantes adultos, la inmigrante mexicana Elena González también luchó para encontrar tiempo para aprender inglés.
González, residente de Siler City, trabajó como asistente de nutrición en Siler City Elementary School, y dedicó casi todo su tiempo libre a ofrecerse como voluntaria a varias organizaciones comunitarias, incluido el Vínculo Hispano, donde trabaja ahora.
“El voluntariado debe ser la ley”, bromeó González, de 62 años.
Cuando podía, asistía a clases en CCCC algunas veces en años diferentes. En un momento, incluso se inscribió en el programa culinario “Natural Chef” de CCCC y se encontró casi abrumada por lo mucho que tuvo que traducir del español al inglés y viceversa.
Pero su mayor obstáculo para aprender inglés no era el poco tiempo libre; era miedo. Ella y su esposo, Juan Carlos, se mudaron a Siler City en 1999, e incluso unos años después de establecerse en Chatham, nunca quiso salir de la casa.
“En mi mente, todo el tiempo, me decía a mí mismo, ‘El inglés no es para ti. El inglés no es para ti. El inglés no es para ti,’” González dijo. “Y cuando mi vecino venía a mi casa, ‘Silencio’ porque tenía miedo. No podía decir hola. No podía decir buenos días. Esto era muy difícil para mí.”
Durante años, tenía dudas en hablar inglés cuando estaba en público. En sus clases, prefería quedarse callada, para que otros no se burlaran de ella por los errores que quizás cometiera. Pero poco a poco, ella encontró el coraje para practicar.
Por fin, en mayo, González comenzó a recibir instrucciones uno a uno con una tutora de Chatham Literacy, Patty Poe. Debido a que su directora le permite tomar unas horas para aprender entresemana, se reúne con Poe casi todos los miércoles durante un par de horas para continuar mejorando sus habilidades de inglés.
“Necesito seguir aprendiendo día a día”, dijo. “… No me quedo callada”.
Un tipo diferente de miedo podría detener a otros también. Los indocumentados pueden optar por no asistir a clases de inglés por miedo a ser detenidos.
“No quieren ser arrestados”, dijo Herbón. “No quieren ser deportados, y por eso están realmente asustados por eso, y por eso están bastante aislados. En sus casas, están asustados”.
Otros simplemente no creen que aprender inglés está en su ámbito de posibilidades.
“Hay baja autoestima, por lo que piensan que no podrán hacerlo”, dijo Herbón. “No podrán aprender. Es sólo como, ‘Soy viejo. Esto no es para mí.”
‘Tenemos que intentar de aprender inglés’
Aprender inglés es un proceso largo e involucrado que requiere tiempo, compromiso y coraje. ¿Entonces, qué impulsa a los inmigrantes adultos a aprender?
Una razón convincente además de una grandísima cantidad de determinación.
“Las personas que nunca han sido nuestros estudiantes son las que quizás no les interesa aprender el idioma porque tienen un sistema de apoyo en su comunidad”, dijo Herbón, “y no quieren hacer ese esfuerzo. No es necesario para ellos. Tienen una tienda donde hablan en su primer idioma. Incluso con su familia, la mayoría son bilingües, por lo que no han tenido la necesidad”.
González encontró su motivación en su decisión de quedarse — permanentemente — en los Estados Unidos para trabajar y luchar por la comunidad inmigrante, o como ella lo dijo, “luchar por la causa”.
“Esta es mi vida aquí. Tengo 30 años aquí — sí, toda mi vida”, dijo. “Por eso, me quedo aquí. Necesito hablar inglés. Entonces, todo el tiempo no sentía que era parte de aquí. No, todo el tiempo, creía que volvería a mi país. No necesito hablar inglés. … Sí, necesito quedarme aquí. Tengo la oportunidad. Tengo este trabajo”.
López Barrera encontró su motivación en un sueño que tenía durante muchos años: comenzar su propio negocio. En 2019, mientras trabajaba para la pollera Mountaire Farms, se inscribió en clases nocturnas con CCCC y asistió durante ocho meses hasta que llegó la pandemia.
“A mi me cuesta mucho”, dijo. “Es muy difícil porque yo en mi país fui hasta el cuarto grado.
Yo no fui a la escuela. Yo no tengo mucha educación y pero así estoy aquí”.
Aprendió mucho durante su tiempo acudiendo a clase, cómo saludar a la gente, preguntar si necesitan algo y pedir ayuda. Una vez que sus supervisores de Mountaire vieron que había aprendido un poco de inglés, lo promovieron a mecánico, pero al final López Barrera dejó Mountaire en febrero para iniciar un negocio de remodelación llamado Premium Remodeling Services Inc.
Unos cuatro meses de trabajo después, es un poco difícil, dijo, pero sigue encontrando trabajo y el poco de inglés que aprendió le ha ayudado bastante a hacer rodar la pelota.
“Yo sabía cero de inglés, no sabía nada”, dijo. “Ahora sé un poquito más. Por lo menos puedo tener una pequeña conversación con un cliente que necesita hacer remodelar su baño, remodelar su cocina, que necesita poner piso. Todo eso yo lo entiendo y entiendo cuando ellos me dicen eso”.
Una vez que las cosas se calmen y tenga más tiempo, López Barrera planea reiniciar sus lecciones de inglés y aprender aún más. Y para sus compañeros de habla hispana, tiene un consejo clave: Haga lo que pueda para aprender inglés si planea quedarse en Estados Unidos.
“Si no se intenta, no se logra nada”, dijo. “Tenemos que intentarlo y tenemos que practicarlo, no tener pena, no tener miedo para hablar, porque si no lo hacemos nunca vamos a salir de aquí”.