Hemos logrado mucho, pero aún nos queda mucho por hacer
By Chatham News & Record Staff
Me mudé al Condado de Chatham en 1991, después de vivir dos años en Chicago. El frío y mi deseo de vivir en el campo me trajeron a Carolina del Norte y, específicamente, a Chatham. Mi sueño era tener una granja de productos orgánicos, y así lo hicimos por tres años, pero ese no era mi destino.
Soy originaria de Porto Alegre, una ciudad de 4 millones de personas en el sur de Brasil. A pesar de su cercanía a varios países hispanohablantes, no aprendí hablar el español hasta que salí de Brasil a los 17 años. Primero, me mudé a Israel, donde a lo largo de ocho años, aprendí español, inglés y hebreo. La mitad de este tiempo viví en una comunidad agrícola llamada Kibutz Gezer en el centro del país, entre Jerusalén y Tel Aviv. En Gezer, realicé mi sueño de trabajar con vacas lecheras. Éramos un equipo de ocho personas cuidando de cerca de 250 vacas y becerros; ordeñábamos tres veces al día.
En 1989, cuando tenía 24 años, me mudé a los EE. UU. con mi primer esposo, quien conocí en Israel. En 1991, seis meses después de llegar a Chatham, compramos una granjita con una casa móvil cerca de Siler City. Después de dos años indocumentada, logré arreglar mis “papeles” a través de mi esposo americano.
En ese entonces, visitaba a Siler City para hacer compras y, a menudo, me encontraba con otros hispanos en las tiendas americanas. Varias veces me di cuenta de que alguna persona necesitaba ayuda para leer rótulos, buscar un producto o platicar con una farmacéutica. Siendo metiche desde la infancia, me ofrecía para ayudar. Esos encuentros me dejaron con muchas dudas. ¿Cómo era que hispanos estaban llegando a este pueblo chico y aislado? ¿Qué hacían aquí? ¿Cómo escucharon de Siler City? ¿Cómo lograban sobrevivir en un pueblo en el cual casi nadie hablaba español?
En febrero de 1995, empecé a desenredar estas dudas cuando fui contratada por el Centro de Extensión Cooperativa para implementar un programa de desarrollo de liderazgo para la comunidad hispana de Chatham. En esta época, éramos unas cinco personas bilingües en todo el condado y la población hispana ya contaba con, por lo menos, 3 mil residentes. Unos meses después, el United Way de Chatham convocó un comité de líderes con tan solo una hispana, Florence Simán de El Salvador. Este comité fue encargado de hacer “algo por los latinos de Chatham” y les otorgaron una beca de 30 mil dólares. Con eso, me contrataron a mí y a Graciela Robinson, una venezolana, y empezamos lo que hoy conocemos como El Vínculo Hispano.
En Brasil, yo había participado desde los siete hasta los 17 años en un grupo juvenil liderado por jóvenes, nadie mayor de 20 años formaba parte. En este entorno, desarrollé mis habilidades de liderazgo. Uno de nuestros principales valores era el “ejemplo personal”, o sea, los líderes tienen la responsabilidad de servir como ejemplo y laborar por el bien común. Basado en esta filosofía fundamos a El Vínculo, atentos al bien común y a ser líderes ejemplares.
En los años 90, mientras nuestra comunidad crecía, también creció el temor de varios residentes del condado. Chatham y Carolina del Norte no tenían experiencia con nuevos inmigrantes quienes hablan otros idiomas y tienen otra cultura y costumbres. Hubo mucha resistencia a los cambios sociales y mucha discriminación (que aun persiste). Sufrimos varias represalias, como organización y comunidad, debido a este temor al desconocido, al ajeno. Por ejemplo, en 1999, los Comisionados de Chatham enviaron una carta a inmigración demandando la expulsión de los indocumentados del condado. Este mismo año, el PTA (Asociación de Padres y Maestros) organizó una reunión pública para platicar sobre “el problema latino en las escuelas”, y no tuvieron la decencia de contratar intérpretes. Un grupo pequeño de personas bilingües, yo entre ellos, se paró en la parte de atrás del salón de la escuela Siler City Elementary para interpretar para grupos de padres. Varios padres y madres tuvieron el coraje y valor de hablar en esta reunión para defender a sus niños y a su derecho a una educación pública.
En febrero del 2000, estas actitudes culminaron en una protesta en contra de los inmigrantes organizada por el National Alliance (un nuevo nombre para el Ku Klux Klan), que fue realizada en frente de la alcaldía de Siler City. En ese entonces, El Vínculo tenía un programa radial local llamado La Charla que transmitíamos en vivo cuatro noches por semana. En La Charla, alertamos a nuestra comunidad sobre esta protesta y les rogamos que la ignoraran. Esta estrategia funcionó en el sentido de que hubo muy poca cobertura de la prensa. Tan solo unas 50 personas participaron activamente y unas 100 más miraron por la calle.
Dando avance rápido al abril del 2006, El Vínculo junto con varias organizaciones, organizó una marcha y demostración en frente de la alcaldía de Siler City como parte de un movimiento nacional por la reforma migratoria. ¡Llegaron más de 5,000 personas de todas partes del estado! Este día fue uno de los más emocionantes de mi vida, al ver a nuestra gente unida y luchando por sus derechos. Tristemente, esta es una lucha que todavía sigue, ya que no hemos logrado ni una reforma para los Soñadores (DREAMers). ¡Pero no nos damos por vencidos! Sabemos que el cambio social requiere mucho esfuerzo, paciencia y tenacidad. Como decimos, ¡aquí estamos y no nos vamos! Así que, tarde o temprano, lograremos que todos nuestros compatriotas sean tratados con dignidad y tengan el derecho de hacerse ciudadanos.
Para eso, necesitamos más voces y mayor participación en nuestra causa. A propósito, les invito a unirse a nosotros y a El Colectivo NC en una demostración por la reforma migratoria el sábado, 28 de agosto de 1 a 3 p.m. en la calle E. Edenton en Raleigh. La unión sí hace la fuerza.
A pesar de muchos desafíos aún por superar, yo me siento muy orgullosa de todo lo que hemos logrado para mejorar la vida de nuestra comunidad. A causa de nuestra labor, un gran número de agencias ahora tiene personal bilingüe e información en español, incluyendo a la alcaldía de Siler City. Contamos con un alguacil que no coopera con la migra y que le importa que sus agentes traten a nuestra comunidad con respeto. Por primera vez, tenemos un latino representándonos como Comisionado del Condado. Mano a mano con los residentes del parqueadero Johnson’s, luchamos contra la gigante Mountaire y logramos una compensación financiera para las 28 familias que fueron desalojadas de sus hogares. En los últimos cinco años, desde que reabrimos El Vínculo, hemos logrado crecer mucho. Ahora contamos con 11 trabajadores y dos oficinas – en Siler City y en Sanford.
¡Únase a nosotros! Luchemos juntos por mejores oportunidades de empleo, negocios, salud y educación para nosotros y futuras generaciones. Darnos por vencidos no es una opción. Nada cambia si no actuamos juntos para luchar contra las injusticias que sufrimos. ¡Sí a las licencias! ¡Sí a la reforma migratoria justa! ¡Sí a mejores pagos y condiciones de trabajo! ¡Sí a las viviendas saludables y asequibles! ¡Sí a una mejor educación para nuestros hijos!
Tenemos mucho que aprender de nuestros hermanos y hermanas afroamericanos, quienes han luchado por muchos años por una sociedad más justa. Su historia y sus logros me llenan de inspiración y esperanza. Seamos un ejemplo para nuestros hijos, hijas y toda la comunidad. No debemos permanecer callados frente a las injusticias y la discriminación. Ha sido mi gran honor poner mi granito de arena para ayudar a mi comunidad, y lo seguiré haciendo hasta que ya no pueda más.